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Mostrando las entradas de enero, 2014

exdelentes

Como cuando quisiste hacerte la impresionada, y te salió cara de rata; como cuando sentiste que eras la diosa, y el obrero se cosió la boca. Como cuando pudiste creerte limosna, y preferiste vestirte de onza; como cuando la novia te escupió la cara, y te untaste todo con gracia. Ahora te gusta la hamaca, ahora pisas sólo césped, ya no evitás la superstición, ya no mentís, ya no morís. Como cuando miraste un antro de arriba, y te reíste de gente suicida; como cuando lloraste para abajo, pero tus mocos iban para arriba. Como cuando llamaste a las viejas por feas, y te jactabas de ser la primera; como cuando incendiaste el auto del de al lado, por ser como vos, pero más plantado. Ahora te excita el viento, ahora tus sillas son de pasto, ya no atacás al por mayor, ya no mentís, ya no vivis.

antifaz

Se recostó sobre la cama, y se volvió a poner el antifaz. Y se quedó allí, mirando un fondo negro, a sabiendas de que más allá de ese oscuro cielo, había un techo con la pintura beige resquebrajada por los temblores del suelo, del que colgaba un foquito de vidrio sucio y transparente. Las grietas araña no parecían ahora tan desesperantes. Sintió una caricia tranquilizadora en su cabello, pero se dio cuenta de que era ella misma, y se siguió acariciando, hasta que una lágrima brotó del borde inferior del antifaz y tuvo que extirparla de un manotazo. Siempre se supo ver como una persona cualquiera, a la que nadie tenía en cuenta. Pero esa gota salada encendió un fósforo en el medio de su estómago y su corazón, y entendió que no era ella la cualquiera; los cualquieras eran los demás. Como, por ejemplo, el gordo que tenía al lado. Hasta llegó a salpicarlo con la lágrima, pero ni se inmutó. Aunque la mezcla de amor y dinero le venía perfecto, las últimas veces le cobró menos y, el tipo