Como cuando quisiste hacerte la impresionada, y te salió cara de rata; como cuando sentiste que eras la diosa, y el obrero se cosió la boca. Como cuando pudiste creerte limosna, y preferiste vestirte de onza; como cuando la novia te escupió la cara, y te untaste todo con gracia. Ahora te gusta la hamaca, ahora pisas sólo césped, ya no evitás la superstición, ya no mentís, ya no morís. Como cuando miraste un antro de arriba, y te reíste de gente suicida; como cuando lloraste para abajo, pero tus mocos iban para arriba. Como cuando llamaste a las viejas por feas, y te jactabas de ser la primera; como cuando incendiaste el auto del de al lado, por ser como vos, pero más plantado. Ahora te excita el viento, ahora tus sillas son de pasto, ya no atacás al por mayor, ya no mentís, ya no vivis.