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Mostrando las entradas de junio, 2013

tu te quiero

Tu te quiero rápido y directo, lanzado así porque sí, es más sanador que mil terapias. Te devuelve la parte que creías perdida, que creías se había ido allá, a ese lugar donde están ustedes, donde no puedo estar, pero estoy también. Tu te quiero, mientras salís disparada yéndote a hacer nosequécosa, sin esperar que te diga mi yo también, te hace salir, otra vez, de ahí, de donde no querés nunca estar, de donde muchas veces cuesta salir. Te ayuda a saber que, estés donde estés, me vas a querer. A tu te quiero, que no espera mi yo también, no le hace falta esperarlo, porque ya lo conoce. Ya sabe que mi yo también va a estar siempre, como tu te quiero, aunque a veces tu te quiero sea más importante y más movilizador, y más buenito, porque no espera mi yo también, porque ya sabe que está, no le hace falta escucharlo. Tu te quiero te sirve la comida, te plancha la ropa, te tiende la cama, te limpia la casa, te abraza, y te besa. Tu te quiero te acompaña. Tu te quiero me acompaña.

cuando el sueño no ataca

Y nada, cuando hace tres horas que estás en la cama dando vueltas y no podés dormir, tenés que hacer algo. Y ese algo puede ser: 1) Levantarte, tomar un vaso de leche, acostarte y dormir, 2) Prender la TV y cagarte el sueño haciendo zapping entre un CallTV, una publicidad eterna de Sprayette, algún programa repetido del 9 con la traductora para sordomudos, y un capítulo de Bob Esponja, 3) Abrir la computadora y cagarte el sueño jugando al Candy Crush o naufragar por YouTube, 4) Contar estrellas hasta quesarse dormido, 5) Escribir una nueva entrada en el blog, 6) Intentar continuar el sueño que quedó inconcluso la noche anterior o, 7) Dejarte de joder y dormir. Desgraciadamente, estrellas no hay. Lo único que se ve y que brilla es algún avión que cruza el cielo, el puntito rojo de una antena de nosequé y el puntito rojo de la PlayStation que no se apaga nunca. La del sueño inconcluso es buena, sí es que tenés suerte y te acordás de cómo quedó la historia. O, sino, te podés auto

sólo un paredón

Salió al patio para respirar un poco de aire fresco, frío. Se quedó mirando el paredón de ahí adelante, ese de ladrillos grandes y grises, alto como una jirafa, con unos pelos enrulados de metal brillante en la punta, y vio por un segundo lo que habría al otro lado. Plantas verdes y enormes, con flores violetas y rojas y celestes y amarillas y blancas bien fuerte, con abejas alrededor y toda la cosa. Sólo los dividía ese paredón, un simple paredón, un impasable paredón. Un gris paredón. Una mariposa pasó como brincando a su lado, y brincando así siguió y llegó hasta el final de los ladrillos grises, allá bien alto, y se paró en uno de los rulos de metal. Cada tanto movía las alitas, pero se quedaba ahí. Él se rió, sabiendo lo suertuda que era esa mariposa, y lloró riéndose, y después se rió entendiendo y pensando. Y la seguía mirando, y ella ahora lo miraba también a él, y se miraban. Y se veían. No sé por qué, pero esa tarde, fue feliz, y fue feliz con ella, y por ella. Y le pidió que

holismolítica

¡Y vivió, nomás! El tipo salió, volvió y se adaptó nuevamente. Claro, se "adaptó". Nunca más va a ser igual. Pero, por lo pronto, puede vivir. Claro, "vivir". Se hace lo que se puede. Y más si recién llegás del infierno mismo. Al verlo desde arriba, se piensa que sí, se puede. La cosa es mantenerse en esa mirada superior. No pienses en bajar, y ver todas las miserias, una por una, porque es algo que no se puede superar fácilmente. No pienses en analizar cuáles son los problemas que le aquejan, porque son distintos para todos. No los podés arreglar, hagas lo que hagas. Los podés dibujar, distraer, pensar en otra cosa. Los podés hacer sonreír, hacer festejar. Pero siempre, siempre, van a volver. Por eso, no tenés que bajar. Siempre desde arriba. Que la angustia no te toque; hacés lo que podés. Como todos. Sino, mirá. ¿Qué podés hacer viendo uno por uno sus problemas? Nada, sólo perdés tiempo. Tiempo y motivación. Es como un hormiguero, miralo desde arriba, y vas a pod

guerras en mí

Bueno, nada, acá estoy, sin poder dormir gracias al ruido del agua que corre y corre y corre por el inodoro que se rompió (otra vez).           Desertó. Cruzó la frontera buscando libertad, buscando paz; buscando tener una vida sin inconvenientes. Algo le hizo pensar que, yéndose, lograría escapar. Se instaló en la capital del país vecino, buscó un trabajo, consiguió pareja, y comenzó de nuevo. La guerra en su país seguía, y parecía no tener fin. Aquí, no sería molestada. Un viejo en una verdulería le dijo un día "vos no sos de aquí". Ella, inquieta, incómoda, se fue sin decir nada. Con el correr de los días, sentía que la gente la miraba con especial atención, le hacían preguntas cada vez más invasivas; la observaban. No pasó ni una semana, que la guerra estalló en aquel país también. Sin dudarlo demasiado, huyó. Abandonó su pareja, su hogar, sus pertenencias. Otra vez. En el nuevo país, consiguió nuevamente un trabajo con el que podría mantener una vida sin muchos privile

feliz tu, feliz yo

Y sí, como perdí un día completo y el mate me da vueltas todavía, para mí hoy es 21. Si hubiese un día de la música, la fuerza, el amor, la lucha y la belleza, seguro tendría que ser cuando vos naciste. No sé para que volviste,  si yo empezaba a olvidar.  No sé si ya lo sabrás, lloré cuando vos te fuiste.  No sé para qué volviste,  que mal me hace recordar.  La tarde se apuesto triste,  y yo prefiero callar.  Para qué vamos a hablar  de cosas que ya no existen.  No sé para que volviste,  ya ves que es mejor no hablar.  Qué pena me da saber que al final  de ese amor ya no queda nada. Solo una pobre  canción  da vueltas por mi guitarra.  Y hace rato que te extraña,  mi zamba para olvidar. Mi zamba vivió conmigo,  parte de mi soledad. No sé si ya lo sabrás, mi vida se fue contigo.  Contigo, mi amor, contigo.  Que mal me hace recordar.  Mis manos ya son de barro,  tanto apretar al dolor.  Y ahora que me falta el sol,  no sé que venís buscando.  Llorando mi amor llorando,  también o

pensar en nada

Estábamos todos en esa falsa y temporal microsociedad, como suele ocurrir siempre que subís a un colectivo. Me gustaban esos viajes en los que podía ver las calles, las fachadas antiguas de los edificios, la gente en la vereda, los autos y las personas dentro de ellos, los finitos que les hacía el chofer, siempre esperando que los toque, pero nunca sucedía. También tenía mucho tiempo para pensar en mi vida, y esa era la parte desagradable del viaje. Últimamente sentía que nada era de mi completo agrado, que siempre había algo de las cosas que no me gustaba. Y sumado a eso, mis ganas no hacer nada hacía que sea muy monótona en su cotidianidad. De vez en cuando tenía alguna que otra motivación, que se diluía con el tictac del reloj. Le cedí el lugar a una señora, y me agradeció con una sonrisa. Me bajé mucho antes de donde tenía que hacerlo. Prefería caminar. Despejar mi cabeza un poco, y hacer un mínimo cambio en mi rutina. El sol ya no brillaba arriba como hace un rato, pero su luz re

paratríala

II –Ya se hacían insoportables las horas sin usted aquí, Alexandre –me dijo Marco, mientras guardaba su lapicera importada en el primer cajón, aquél en donde se guardaban las cosas más selectas y preciadas para un hombre de su talla. ­–Gracias, pero no hace falta exagerar­– respondí tratando de pronunciar correctamente, sin que mi estupor quede al descubierto, –vine a ver cómo estaban, a ver si se estaban cayendo a pedazos sin mí –me reí. –Fuera de toda broma posible, estaba usted en lo cierto. Necesitamos de su ayuda –dijo, y, a decir verdad, me tomó totalmente por sorpresa. –Así es, Alex. Nos hace falta –dijo Félix. –Oh, bueno, yo no estaba hablando en serio, como verán… –Pero nosotros sí, mi querido amigo –me dijo, sonriente, Marco. –Sabemos que usted no está feliz fuera de este lugar. Queremos que vuelva, y nada más y nada menos que con el caso Ferdinand. ¿Qué le parece? –dijo el otro. ¿Que qué me parecía? Era lo que había estado soñando todas las noches desde hace

arlteando

Ya la casa estaba a oscuras, las sábanas blancuzcas yacían tendidas a los pies de la cama, y los vidrios de la ventana no le daban permiso a la tenue luz de la calle. Sabiéndose atrapado, lo único que le ocultaba su tétrico destino y le daba una efímera luz de esperanza, era el rescate. Él nunca quiso hacerlo, ni siquiera lo imaginó; pero tuvo qué. Sentóse en la silla con la cara desfigurada por la tristeza. "¿Qué estoy haciendo con mi vida?" se volvía a decir, sabiendo que sus pecados habían desgarrado su alma, a tal punto que ya no le importaba matarlo mañana, o en ese mismo momento. Y que, al hacerlo, su espíritu se divorciaría de su gordo cuerpo de carne sudorosa, y la pena sería tanta que podría morir feliz.

bliggin's roof

Estaba triste, cual triste presil que camina desolado por la triste amargura de saber que esa tristeza no se quitaría nunca más de su triste y amarga vida 1 . Miraba cómo el tren llegaba, no paraba en la estación en la que él estaba tristemente sentado, y se detenía al borde 2 del siguiente paso a nivel. El pato 3 seguía nadando despacio por aquella laguna al otro lado de las vías. Seguía con la idea de que ese seco crisantemo 4 tenía más vida que su triste ser. Recordó algo, se levantó, y se fue a paso cansado y presil 5 , sin que nada pudiese hacerlo menos triste. _________________________________________________________________________________________________ 1 La reiteración de las palabras llega aquí hasta el límite de sus posibilidades. 2 La expresión “al borde” indica el sitio exacto donde la locomotora se detiene. Es más específica que, por ejemplo, “allí”, o “a lo lejos”. 3 “Pato” es de la traducción; en el original, se lee: pájaro de agua. 4 Se uti

monólogo sin cuernos

Revolviendo entre las cosas (sí, vivo revolviendo), encontré varias palabras que hice en un taller, el año pasado. Quizás, las vaya poniendo acá. Quizás, las tire. Quizás, necesite decir menos boludeces. "La puta madre, loco. No puede ser. Siete años. Siete años hermosos... siete años de mierda. Y yo, de pelotudo, le vengo a proponer casamiento. ¡Cómo se me van a cagar de risa en el club! No, si alguno se llega a reír, o dice una sola cosa, lo mato. Al que sí mataría es al hijo de puta con el que sale; porque, tiene que haber un hijo de puta, ¿no? Y sí, si dijo que había conocido a alguien más, boludo. Siete años de mierda, sí, de mierda. ¿Dónde me meto ahora este anillo? Seguro que es uno del laburo. Ese tarado del jefecito siempre le tuvo un hambre, ¡qué hijos de puta! Y siempre me decía que ni le parecía lindo, la muy forra. Ahora deben estar en su casa, en su cocina, en su living. En su cama... ¡ya basta! Si no me sirve de nada taladrarme la cabeza así. Al final, es como de

examen escrito de la vida

Examen Escrito de la Vida 1- ¿Cuáles son las dificultades de ser una "buena persona"? Relacione con "Las pelotudeces humanas", de Cristian U. 2- "Hay solamente una cosa más asquerosa que encontrar un gusano cuando comés una manzana: encontrar medio gusano." A partir de esta afirmación de Víctor Hugo Morales, fundamente:      A- ¿Qué quiere decir con eso?      B- ¿Cuál es la analogía que hace con el catolicismo?      C- ¿Por qué cree usted que, dentro de 57 años, las manzanas perderán su color celeste? 3- Según Michael Douglas, John Katzenbach y Leandro Somoza, ¿por qué el Big Bang fue una conspiración llevada a cabo por Mirtha Legrand? 4- Describa las cuatro formas en las que un ser humano se aliena y autoconsume, a saber: extrañamiento, amor, desamor, fútbol y televisión. 5- Indique si las siguientes afirmaciones son verdaderas (V) o falsas (F). Justifique:       A- "El primer disco del rock argentino es Almendra"  __

no me dejen afuera

Pasaban al frente suyo, son más de su tamaño. Y se metió. El juego por ahí se ponía aburrido, y más si miraba la cara de los otros. Por eso se metió con los más grandotes. No sabía dónde estaba antes ni adónde iba, ni dónde iban ahora ni de dónde venían. Ah, qué olor. Un olor muy familiar, no se acuerda de qué es o a qué lo hace acordar. Sí. El olor del garaje del abuelo. Igualito. Las ruedas chirriando porque el tata intenta no tocar el auto de al lado, porque es carísimo, y no había plata para desperdiciar en choques con autos ni en regalos ni en nada.  Los llevó a otra habitación. De atrás se veía igual que papá, con ese traje todo negro que usaba siempre para ir al trabajo, con su bolso marrón oscuro, que tenía esos broches plateados que tanto le gustaba abrir y cerrar y tantas veces lo había retado por eso. Aunque el señor no llevaba el bolso marrón oscuro, ni ningún bolso. El negro de los zapatos era mucho más brillante que cualquier otro negro que conocía. Cuando lo vio de

cosas de entretiempo

Vas a saber lo que hacés sólo cuando lo termines. No vale la pena que lo abandones faltando tan mucho, tan poco. Y menos si te gusta, ¿no? Salir a la calle, respirar aire frío, dar una vuelta, ver a la gente a la cara mientras caminás lentamente con las manos en los bolsillos, escuchando esa canción tan bien compuesta que te vuela la cabeza., mientras con tus dedos hacés como si tocás el punteo con la guitarra. Ir a la plaza, sentarte, seguir leyendo aquél libro, cada dos páginas mirar alrededor, disfrutar cómo el rayo de sol te suspira en la cara, seguir leyendo. Tomar un mate con esa que se dice ser el pitufo gruñón, y que por ahí lo es, charlar de las cosas más consin sentido que puedan ser charladas, ver los videos más bizarros de internet, salir a noséquelugar y ser echado por un nadaquever que te dice "¿se pueden ir a fumar a otro lado?", caminar por Microcentro sinsaberporqué para después mirarse y reírse de cualquieralaquepasó (sí, te extraño; hacete cargo).

hacer salir al sol

Seguir aunque la respuesta sea siempre "no". Se dice que la esperanza persiste aún cuando la oportunidad es mínima. Si existe, se lucha. Y así, quizás, ese "no" puede arrepentirse y, avergonzado, susurrando, vestirse de "no sé". Hay ganas de circo, ganas de noche. Hay ganas de canciones cortas que se vuelvan a comenzar solas. No todos los días son celestes. Y siempre es el que querés. Vamos a hacer las paces, vamos a quebrar el cero. En el cetro verás el fin, verás el ya. Salar el fuego, comer el humo, armar el sol. Estirá tu mano; por más gris que sea la niebla, la mía siempre va a estar,

a mi viejo

"Siempre querés hacer la tuya. Tenés que ser más vivo. No seas boludo, hacele caso a la mami; no la hagas renegar al pedo. Si te pide que lo hagas, hacelo. ¡Si es una boludez! No te cuesta nada. Dale, andá." "–¿No podemos discutir como dos personas normales? –¡¡NOOO, PORQUE NO-SOY-NORMAAAAAAL!!" "–¿Y?, ¿entonces? –¿Entonces qué? –¿Qué vas a querer que te regalemos? –¡Nada, ya te dije! –¿Y qué vamos a hacer entonces? –Un asadito –¿Y después? –Nos quedamos todos juntos. ¿Qué más?" Feliz día, pa. Te amo

teorías pelotudas, primera

No saber si es el día, la noche, o la lámpara de la mesita de luz. Saber que no sabés todo lo que deberías saber. Algunas veces, solamente, hacemos lo que queremos. Otras, lo que pensamos que es lo que queremos. Pero, también, hacemos lo que quieren ellos. Y, quizás, hacer eso que ellos quieren que hagamos es lo que nosotros queremos hacer, aunque parezca todo una bola interminable de desplazamientos de "quereres". Debe ser un dolor de cabeza, hacer lo que los demás quieren que hagas, sin quererlo realmente. Creo que sería como que toquen un recital multitudinario de la música que siempre quisiste que te guste, pero que no lo conseguiste, usando tu cabeza como un parche más de la batería. Mientras, vos, sonreís, cantás las canciones, te querés ir, no te vas, cantás. Y todas estas boludeces para terminar diciendo que me clavaron en el parcial de hoy. Bien, che. " – Me sentí un ejemplo de posmo. – Eh, quién sabe. Q uizá somos todos un ejemplo de posmo intentando

viernes 3 AM

Hacía cinco días que le pasaba lo mismo. Eran las tres de la mañana y miraba acostada por la ventana cómo se prendía una luz en un departamento del edificio del frente. Trataba de imaginarse qué hacían a esa hora despiertos. En su cabeza podía ver a una señora que se levantaba para ir a tomar agua, o ir al baño, o ambas, quién sabe, y después se dormía. Miraba también cómo la barra de acero del perchero se había torcido en el medio hacia abajo por el peso de los abrigos. Estaba harta de esta situación, de no poder descansar lo suficiente, tener que levantarse temprano, prepararse un mísero desayuno, caminar hasta la facultad, cursar seis grises horas, caminar corriendo hacia la oficina mientras comía algo frío y seco, ir de acá para allá entre la oficina y el lugar al que la mandaba el idiota del jefe durante ocho horas aún más grises que las seis anteriores, esperar el colectivo, llegar y prepararse algo rápido para comer y acostarse e intentar dormir. Tenía que hacer algo con ese in

paratríala

I        Sólo si fuese un turista mi lento caminar hubiese tenido sentido. Pero, ¿para qué apurarse? La gente pasaba mirando su  propia pincelada de vereda-edificios-cielo. Apurados. Sin prisa. Serios. Independientes. Tenía que ir a la Central a saludar, a ver si alguien se acordaba de mí. Ya se cumplían cinco años desde que me retiré, y hasta entonces nunca había aparecido por allí.  Por lo menos el idiota de seguridad me reconocía: -¿Cómo le va, Dr. Dubois?- me recibió. Era un hombrecito de cara alargada y triste. Parecía ser que siempre estaba por llorar, con el ceño fruncido y las cejas inclinadas hacia arriba en el centro. Cuando yo empecé a trabajar, ya estaba aquí. Y aún usaba el mismo uniforme, con esa chaqueta azul con el bolsillo en suelo del corazón, los pantalones blancuzcos y los borceguíes negros con la punta ya gastada y gris, pero disimulada por una túnica de lustre. “No soy doctor, imbécil”, era, por lejos, la respuesta más apetecible y tentadora.    -Ahora

soy yo, soy vos

Cae al mismo tiempo que se levanta, sale de su habitación y va a la cotidianeidad. Hace, deshace, rehace y vuelve. Sin tener voz, sin tener dios, vuelve. Ser, ver y creer son ya lo mismo. Hace algún tiempo, era creación, era vida, era vuelo. Camisas azules y pantalones grises se derriten en el mismo charco. Las miradas con su reflejo se impregnan de sentido contrario. Lo acusa de farsante, de voluble. Trata de acariciarlo, de consolarlo, de marchitar sus lágrimas, pero lo rompe. Silenciosamente, se ve ahora con miles más. Todos, mirándose. Todos, llamándose. Todos, desaparecen, y le dejan su lugar a su techo, a su suelo. Los recoge, con cuidado, y los acuesta dulcemente en el negro manto que habita en su cocina. Y cae en su cama, al mismo tiempo que vuela, alto, lejos de allí.

mi adicción no es mía

¿ Cuál es la necesidad de mostrar las imágenes de Javier Jerez tirado en el suelo a punto de morir? ¿Por qué pasan las fotos personales de Ángeles Rawson todo el tiempo en los noticieros? ¿O filmar cómo entran los heridos del Sarmiento a la ambulancia? Parece que lo único que garpa acá es el morbo . Por lo menos, antes estaba Crónica para eso. Pero hoy parece que los noticieros -y hasta los programas de espectáculo onda Rial, Bendita , etc.- compiten para ver cuál es el que muestra primero las imágenes más desgarradoras. Finalmente, hoy ví -lamentablemente- un video al que me había resistido a ver desde que salió. Es la cinta de la cámara de seguridad de la vivienda de Oscar Pando, ese empresario argentino que fue asesinado en Paraguay el 28 de Mayo (creo),  en la que se ve con detalles cómo lo matan. Después de verlo, sentí verdaderas ganas de vomitar. Nunca me había pasado. Una escena de acción de una película puede ser mucho más sangrienta, pero el hecho de que esas imágenes sean

este mundo extrañará por siempre

A las dos de la mañana seguíamos jugando. Mamá nos había pedido que nos acostáramos temprano, porque a la mañana teníamos que salir a no sé dónde. Estábamos en algún lugar de Colombia, hacía mucho frío y no teníamos sueño. ¿Querían que disfrutáramos las vacaciones, o no? Le veníamos haciendo trampa a mi hermana, como muchas otras veces. Y ella no se daba cuenta. Pero en un momento, cuando le quise robar una carta, me vio. Y fue distinto. No empezó a pegarnos y a gritar y tirar todo por el aire, cosa que hacía siempre que se enojaba. Nos miró a los tres, y una lágrima le rodó por su cachete izquierdo. Se levantó y se fue a su cama. Nos sentíamos muy culpables, y nos acercamos para tratar de animarla. Pero no cedía, y escondía la cara en la almohada. Parecía estar llorando, y ya no sabíamos qué hacer. “Ganaste vos, Valita”, la consintió Ignacio. “Bueno” le respondió, pero seguía igual. Metí mi mano por debajo de la almohada para apretarle la nariz y así hacer que saliera, pero mis dedo

mientras te amo

Hace veinte minutos que estaba pedaleando, y ella seguía descansando. ¿No iba a cambiar jamás? Apenas aceleraba una vez que yo empujaba con fuerza con mi pie. Y sí, un botecito a pedales para dos personas es muy difícil de mover con un par de piernas. Pero no le iba a decir nada, claro. Si hace dos semanas que no nos veíamos; hoy tengo que callarme y obedecer. Además, ¡cuánto la extrañaba! –       ¿Me estás escuchando? –me preguntó, sacándome de mi estupor. –       Obvio, mi amor. Pasa que estoy concentrado en el recorrido de esta cosa –le dije –       Bueno. Entonces, el profe me dijo que no necesitaba sí o sí hacer la carpeta, pero que, por lo menos, le entregue la tarea que era para la semana pasada –siguió ella. Las olitas que se formaban cuando pasábamos con el bote no llegaban a los dos metros de vida. Morían rápidamente, pero más allá se formaban otras, empujadas ahora por el leve suspiro de la brisa que corría. Y estas nuevas olitas eran más resistentes, y casi llegaba

y sin emgargo, ellas

Revolviendo entre las cosas, encontré un trabajo que hice hace un tiempo sobre la despenalización del aborto en Argentina. Me hizo recordar a lo que sentí en el momento de desarrollar el trabajo, y me dieron ganas de escribir algunas partes acá. "Desde mi punto de vista, es necesaria la despenalización del aborto. Nadie debería tener el derecho de elegir si una mujer tiene que tener un hijo o no, más que la propia mujer en cuestión . Pero no solamente debe ser legal abortar en caso de riesgo de vida para la madre o el que está por nacer, o en caso de violación; tiene que ser legal en todos los casos, así sea que la madre esté enferma, que no pueda mantener económicamente a ese hijo o que simplemente no desee ser madre en ese momento de su vida. Nadie tendría que obligar a una mujer a algo tan importante y trascendental como lo es tener un hijo . Y esta postura va más allá que reclamar educación sexual en las escuelas o que se repartan anticonceptivos gratis; el aborto es un

dios está loco

"Un jefe. ¿Qué se sentirá tener un jefe? Alguien del que dependa tu laburo. Al que tengas que recurrir cada vez que necesitás algo, pero a quien siempre ayudás. De una forma u otra, tenés que estar siempre ahí para él. Que cuando los domingos te quieras sentar a ver un poco de fútbol, te esté llamando para romperte las bolas con cuestiones que ni siquiera te importan. Pero no lo podés mandar a cagar. Dejarías de existir para él. Aunque mal no te paga, eso hay que aceptarlo. Y tampoco es que tenés que hacer mucho. Le das bola un ratito, y se contenta. Lo mejor debe ser que no hace falta ni que te vea. Te pide las cosas por teléfono, por mail, o directamente de un grito. Y te grita o te escribe igualmente cuando te tira ese "¡Gracias!", y vos te sentís aliviado, hasta que nuevamente te joda con otra cosa. Ahora, me pregunto: ¿no hay cosas que puede arreglarlas él mismo?, ¿para qué te molesta por cada estupidez que se le cruza por la cabeza? Quisiera, por lo menos una vez,

blanca soledad

Quisiera saber qué tan difícil es. Y también, cómo se hace, y si yo lo puedo hacer. O si cada vez que intento abrir los ojos, los cierro más; me cierro más. ¿Quién determina lo bueno y lo malo?, ¿lo poco saludable y lo sano?, ¿lo correcto y lo incorrecto?, ¿lo salvaje y lo civilizado?, ¿lo verde y lo rojo?, ¿la luz y la oscuridad?, ¿lo blanco y lo negro? Y un día te fuiste, o me fui yo, con vos pero sin vos, y estoy acá, queriendo estar allá, y estoy sin vos, queriendo estar con vos. El sillón al atardecer ya es distinto, abajo sólo hay dos zapatos, y yo estoy acalambrado de nostalgias, viviendo de vivir queriendo estar con vos. Alto techo, ese salto a recordar, aquel ayer con mañana sin igual, y estoy acá, queriendo estar allá, y estoy así, hasta que me puedan sacar ese perfume color suavidad. Un rumor quiere que aparezcas, desfilando los escalones de esa montaña maldita, y que en su hervor grites, ¡Libertad, oh, libertad!

de bondi

-¿Y vos, que pensás hacer después? -Nada, si el pelotudo este no me llama. -Pero hagamos algo entonces. -¿Y que querés que haga? -No se, nos juntemos con los chicos. -No puedo, te dije que tengo que esperar que me llame. -No podes quedarte toda la noche esperando que te llame. -Ya quedamos así. -¿No podés cambiar? -¿Y como querés que haga, boluda? -Esta bien, dejá. -¿Ahora te enojás? -No, todo bien. -No me jodas. -Posta. -¿Podés ser menos infantil? -Claro, soy yo la infantil ahora. -¿Perdón? -Nada, no importa. -Decíme -Nad- -Decíme, te dije. -Nunca podés hacer nada. -Ya sabés que es lo que pasa. -No, no sé. -... . -¿Qué pasa? -Nada. -Decíme. -Estoy mal. -¿Por? -Cortamos. -¿Hace cuánto? -Dos meses. -¡¿Qué?! -No les quise decir nada; ustedes lo querían mucho. -Te queremos más a vos. -Y no quería que se enteraran. -Sos una tarada. -Ya lo sé. -Vení, abrazame. -Gracias. -Te quiero. -Yo más. Pero sos una tarada.

technicolor

Una gota cae en su mano. Ella, al sentir el frío e inesperado contacto, se detiene. El hombre que estaba detrás de ella la embiste levemente. Esa embestida provoca que ella se de vuelta y lo vea. Él le pide disculpas. Ella le dice con una sonrisa que está todo bien. Él la invita a tomar un café al bar del frente. Ella acepta. Dos semanas después, están en pareja. Tienen sueños de planes en conjunto. Ella lo inserta en la política. Él, luego de cinco años, es elegido intendente. Ella sigue siendo diputada. Entre los dos generan muchos cambios que agradan a la sociedad. Él es reelecto. Ella, también. A la semana, se casan. Cinco días después, ella da a luz a su primer hija, a la que llaman Luz. Siguen promoviendo políticas que son bien recibidas por el pueblo. Él es elegido gobernador, y ella su vicegobernadora. Logran gran popularidad, no sólo en el país, también en el continente. Él muere asesinado. Ella, desesperada, busca esclarecer el caso. Sospechas involucran a empresa multinacion

terrón de gloria

Era el partido definitorio, la final del mundo, o mucho más que eso. Se ponía en juego la pelota blanca que tanto queríamos. Esa que tanto habíamos pateado hasta el cansancio en la calle de casa hasta que se hacía de noche. Esa con la que tanto nos habíamos divertido. La que tantas veces tuvimos que reparar. Mi hermano pateó al arco un tiro débil. Antes de que llegara a las manos del arquero, la pelota rebotó en una piedrita que había en la cancha, se desvió y entró en el arco. Era una piedrita rara, no era gris como todas las demás; era marrón. Y cuando la pelota le pegó, salió volando en la dirección contraria. Ganamos el partido. Empezaron los insultos de parte de los que perdieron. Y contestamos. Uno de ellos agarró la piedrita y me la tiró. Yo me quedé quieto. Si tengo que ser específico, tardó más de dos minutos en el aire antes de que llegara a pegarme en la cara. La veía viniendo hacia mí, girando lentamente sobre su eje, y no sabía qué hacer, estaba como paralizado. Cuando fi

tropezón de sensaciones

Un sudor frío que te envuelve por fuera, y un calor agobiante que te brota de adentro. No sabes qué sentir, ni qué hacer. Si tenes que salir a romper todo, si te tenes que quedar a llorar en tu casa, o si tenes que hacer de cuenta que nada pasó. Lo que le está pasando al Rojo me lleva inevitablemente a lo que nos pasó a nosotros. Recuerdo ese 26 de junio de 2011, esa fecha que no se va a olvidar. Creo que rendía un parcial al día siguiente, o al siguiente. Me levanté un rato antes de que comenzara el partido -comenzaba a las 15:00 horas- para cocinarme unos fideos con salsa de tomate. Después de hervir el agua en la olla, y haber preparado la salsa, busqué los fideos en la despensa, y me di cuenta que no tenía más. Salí disparado a buscar algún mercado que estuviese abierto. Y en el apuro, salí en remera, shorts y ojotas, con una temperatura que no llegaba a los 10ºC. Correr al pedo, para volver a tu departamento sin los fideos -obvio, era domingo a las casi 3 de la tarde- y resfriad

dos segundos, la vida

Sólo la culpa de que no esté estudiando en un momento como este puede sacarme de la cama. Y quizás tampoco eso. Hace 5 años exactamente una chica le decía "te amo" a su amigo. Como se lo había dicho mil y un veces. Creo que no llegaron a ser dos los segundos que su amigo se quedó paralizado, pero fue suficiente. Él supo que no actuó con rapidez. Ella supo que el acting de él le había llegado muy profundo. Tuvo esa sensación de calor y vergüenza de haber dicho algo totalmente fuera de lugar. Él sintió lo mismo, aunque viéndolo desde el otro lado de la calle. Pero aún así, se reprochaba a sí mismo por haber quedado tan expuesto ante esa frase, que el uso cotidiano le había extirpado todo significado. ¿Qué fue lo que hizo que esta vez fuese tan impactante? ¿El hecho de que estaban los dos solos? ¿O porque él tambien se lo quería decir, pero con todo el significado posible?

sube carreteiro sube, que o carro vai voando

No había caso. Las cuatro ruedas giraban en el aire. La panza de la camioneta ya tocaba ese suelo de cenizas volcánicas, y no había una piedra tan grande como para que la goma mordiera y saliera de ahí. Las que conseguimos se enterraban apenas mi papá pisaba el acelerador. Lo vi dudar unos segundos. “Tenemos que caminar”, me dijo preocupado pero simulando tranquilidad. Preocupado quizás porque estábamos en medio de un desierto, porque el lugar más cercano estaba a cinco horas a pie, porque no teníamos casi nada de agua, o porque si nos agarraba la noche nos moríamos congelados. “Buenísimo”, pensé yo, desconociendo todo eso. Empezamos a caminar. Cuando nos paramos a descansar en una piedra grande, vi hacia atrás y me sorprendió lo chiquita que parecía la camioneta desde allí. Varios kilómetros después, caí rendido mientras subíamos una cuesta. No podía respirar, y me desesperaba. Papá me dijo que me tranquilice, que es normal que me pase eso estando a más de cuatro mil metros de altura