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Mostrando las entradas de enero, 2019

el desayuno del colibrí

Recién a la tercera vez logra levantarse. La baja densidad del colchón lo obliga a resignar la almohada: siempre piensa en su cama como una banana que se inclina hacia arriba. Pone la pava eléctrica y se queda mirando por la ventana. Espera a que el ruido del aparato comience y se acerca al vidrio. Su nariz toca el cristal helado. Sopla varias veces para ver la trayectoria torcida de su aliento nasal empañando todo a su camino. Tiene el tabique torcido, pero no sabe por qué. Del otro lado de la ventana el verde se extiende hasta perderse en las montañas que hay enfrente. Son más de cinco capas de cerros, y le gusta imaginarlos dentro de un programa de diseño gráfico: diecisiete mil algarrobos acá, ocho mil cuatrocientos talas entre los dos del medio, una pelada con pasto cortado al ras por animales que aparecen cuando nadie ve, un cañadón en donde hacen nido cinco cóndores. Se sienta en uno de los sillones de la galería. Ceba el primer mate y mantiene el agua en la boca