Esto que escribo es una especie de catarsis. No sé si alguien lo va a leer en algún momento, o si más tarde yo mismo voy a necesitar recordar. No me interesa la escritura, jamás me importó demasiado. Leí mucho, sí, pero nunca pensé en dar ese paso y pretender llegar al otro lado, a ser el que guía a los que te leen. Creo que mi amigo acaba de morir. Es raro escribirlo, no puedo creer que sea cierto. Es la quinta lágrima que tengo que limpiar de la hoja, perdón si la tinta se corre un poco. Mi amigo acaba de morir. Me duele la mandíbula, tengo mucha bronca y no puedo hacer nada, y sigo apretando los dientes. Es de noche, estoy en el centro de la ciudad, en mi refugio. Hace cuatro años que estamos en guerra. No sé quiénes van ganando, si ellos o nosotros, pero no soy parte del “nosotros”. Todo se desvió muchísimo, nos engañaron sin piedad. Todavía hay muchos que creen en lo que se defiende, en lo que nos dicen que se defiende, pero cada vez menos. Por eso mismo todo se pu