Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de septiembre, 2017

¿qué pasa?

¿Qué pasaría si todo fuese una farsa, como esas en las que todo es de cartón y fantasía, con gente que camina a tu lado, te choca, te mira disimuladamente, quizás te sonríe, toda gente actuando ser gente, ser nadie, y el único que no está enterado de esto soy yo, solitario idiota que avanza baldosa a baldosa, pisando las grietas del asfalto viejo y también falso, esquivando autos de cotillón en una bicicleta desinflada, con frenos que apenas frenan, como si quisieran recordarme lo inútil que son mis manos cuando de chocar se trata, aunque jamás choque porque no está escrito en el guion de la comedia, y lo único escrito sea una sola palabra, la farsa, levantando bambalinas con forma de edificios importantes y sinceros, salpicando de realidad todo a mi alrededor con gotas de alquitrán, empujando personas para cruzarlas en mi camino, haciéndome responsable de eludirlas o llevármelas puestas cuando yo no tengo ninguna decisión, y lo único real, lo único escrito cuando se rasca con f

como monos por la selva

Hoy, un mate me salvó la vida. A pesar de ser un profundo y potente defensor y promotor de esta infusión, jamás hubiera pensado que iba a evitar que muriese. Morir, así, de un instante al otro; nada de morir de cansancio, o de sed.  Morir. Estaba yo sentado sobre una piedra, en medio de casi treinta bestias humanas y salvajes. Todos estábamos en piedras distintas pero iguales, piedras que parecían yemas de pulgares salidas de la misma tierra húmeda, pulgares de casi treinta gigantes que levantaban sus manos para permitirnos sentarnos en sus dedos, como monos que acicalaban su dura piel. Estábamos en la selva. Mil especies distintas de plantas y flores se movían apenas acariciadas por una brisa imperceptible, una brisa que, ahora, no sabría decir si era el viento o nuestra propia respiración. Cada tanto, todos nos mirábamos; cuando nuestros ojos se cruzaban, los movíamos hacia otro lado, asustadizos, inseguros. Sentados en las piedras escuchábamos atentos a