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Mostrando las entradas de agosto, 2014

si me das a elegir, me quedo contigo

-¿Y, cómo te fue?- le pregunté ni bien se subió al auto. -Bien -me contestó, con la carita apoyada contra la ventanilla empañada. Se quedó mirando hacia el costado, y yo sabía que, en realidad, no estaba mirando nada en especial. -¿Y el beso? -ella sabía muy bien que sin beso no encendía el motor.  -No sirven de nada los besos. Estaba enojada. Algo le había pasado, porque nunca me negaba un beso, y menos con ese nivel de profundidad existencial.  -¿Qué pasó? -le pregunté, acariciándole ese pelo oscuro que tanto me gustaba de ella.  -Nada. Bueno, sí. Estoy enojada porque a los ocho años me voy a separar de vos -me dijo, tratando de contener el llanto con todas sus fuerzas. El mentoncito le temblaba, y una lágrima casi llegó hasta su boca, pero la limpió rápido, como escondiéndola.  -¿De dónde sacaste eso? -De todos lados. Los de tercero siempre se empiezan a bajar de los autos una cuadra antes del colegio, y se van sin darles besos a sus mamás. Y los más grandes, pe