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Mostrando las entradas de noviembre, 2017

vivir no es solo esto

Quien piense que vivir es solo esto que venga y me lo diga de frente que se acerque y me escupa sus palabras acerca de la felicidad que yo acá tirado en medio de un salón rojo gigante sangrando las mastico las trago y las vomito transformadas deformadas vueltas dolor y contracción del estomago del pecho contracción del alma pero siempre apretándolas como órgano propio órgano mío salido por mi boca extirpado de mis tejidos que acunaron el grito el grito mío el grito del polvo del que venimos y al que solo volveremos si en las grietas de nuestras manos corren sangres de dicha y de tristeza mezcladas en una sola sustancia melaza rojiza como este salón al que veo desde abajo tirado llorando riendo sabiendo que los dolores y los placeres no existen el uno sin el otro que estoy tirado esperando que me vengan a decir que vivir es solo esto solo esto estar tirado doliendo goza

las marcas ardientes

Soy nada dice la nada y todos en silencio le creemos. Llevamos las marcas ardientes de la historia, las ocultamos, herejes, herrajes de una vida que fue y queremos que deje de ser, puerta vaivén de lo que escapa a nuestro riguroso control poblacional de sentimientos. Llevamos las marcas ardientes de nuestra historia, esperando transformarlas en letra, en flor, en movimiento, tallándoles una coma en donde había un punto, creyendo en nuestro dominio del mundo, de nuestro mundo, estirando hasta el absurdo el todo pasado, obligado a ser todo futuro. ¿Qué pasa cuando la nada nos grita en nuestra cara helada que lo es todo? Llevamos las marcas ardientes de nuestra historia, avergonzados (las marcas que arden siempre avergüenzan), llovidos por los ojos del mundo, los ojos felices del mundo hermoso, que miran como en el zoológico la jaula de los quemados, de los que sin darse cuenta escriben amor más de veinte veces