"Hoy sólo vamos a ser tú y yo", escuché en alguna pantalla de uno de los chicos, acá. Creo que estaba viendo una película, una con Catherine Zeta Jones. La frase me quedó dando vueltas en la cabeza, viste cómo es cuando ya estás muerto, los pensamientos, las frases y las cosas te quedan como ululando por ahí, y no te los olvidás nunca. Es como estar fumado, pero sin que los descubrimientos imponentes y las conexiones científicas alucinantes se te esfumen así de la nada del alcance de tu mente. Pensé, entonces, en usar el pase que me dieron la otra vez, y -valga la redundancia- pasar a visitarte. "Hoy sólo vamos a ser tú y yo", otra vez, ahora golpeándome. Apreté el pase, que es como una tarjetita chiquita que tiene un botón celeste en una punta, y una pantalla, que te dice cuántos viajes te quedan. Yo tengo solo uno, pero no importa, realmente quiero verte cara a cara. Aparecí ahí, al lado tuyo, y ahora te veo caminar de un lado a otro de la casa, acomodando la