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Mostrando las entradas de mayo, 2015

ni una menos, ni el interior

Siete de las ocho cuadras que caminamos estaban repletas de afiches y papeles pegados en las paredes. De todos los colores, con todos los mensajes. Política, publicidad, manifestación. Y, en lugar de ver las cúpulas y los hermosos edificios que llenan Callao, la Mile no sacaba la vista de esos papeles. No sé de cómo no le agarró tortícolis. Si había alguien delante de ella, se lo llevaba puesto, estaba como abstraída. Cada tanto me preguntaba algo que leía en alguno. Leía rápido, y eso que aprendió a leer hace seis meses, nomás. -¿Qué es el interior? -me preguntó cuando pasamos uno que decía que podías viajar a Tucumán por SOLO (así, en mayúsculas) dos mil setecientos pesos.  -El interior del país -le contesté, mientras trataba de que no nos pisara el auto azul que acababa de cruzar en amarillo casi rojo.  -Por sólo dos mil setecientos pesos -repitió como para sí misma.- Guau. -Sí, es ida y vuelta. Vas y volvés -me molestaba no poder prestarle más atención. -¿Y por qué noso

pelotudos post mortem

¿Sabés a quién me crucé ayer? A Miguel Machado, el que fue con nosotros hasta quinto, o cuarto, no me acuerdo bien. El Suca, ¿te acordás? ¿El que siempre se sacaba la remera haciéndose el lindo? ¿Al que expulsaron por cagarse a palos con otro en el patio del colegio? Bueno, parece que se murió, nomás. Me contó que -por suerte- se murió de una, sin sufrir ni nada de eso, que lo chocó un auto, que salió de la nada y no lo pudo ver; después me dijeron que fue al revés, que él chocó al otro auto queriendo hacer una maniobra demasiado estúpida y demasiado arriesgada. Sí, acá sigue habiendo gente que miente. Pero sólo con mentiras que realmente no dañen, porque las que puedan afectar de forma empírica a otro, se solucionan muy naturalmente, confesando las mentiras, explicando las razones y las verdades de verdad, y nadie le reprocha más nada, y se acabó el asunto. Así es más fácil todo, porque los que confiesan una mentira en general no vuelven a mentir. Y los que no confiesan nunca (porqu

la vida moderna sin Roco

Siempre fuiste lo que nunca quise que me faltara: el incondicional. Vos me hiciste entender el verdadero significado de esa famosa frase que dice que el mejor amigo del hombre es el perro. Llovía, y estabas ahí. Me salía todo para la mierda, y estabas ahí. Te sacaba cagando, y estabas ahí. Puta, más que un perro, eras una mezcla de animales. Fuiste un oso de chiquito, cuando tus patas eran del tamaño de tu enorme cabeza y te la pasabas durmiendo debajo del sillón del living, debajo de la cama, debajo de todo. Hasta bostezabas como oso, manteniendo la bocaza abierta tanto tiempo como podías. León fuiste toda tu vida. Pero no cualquier león; eras de esos majestuosos, con la melena gigante y llena de luz, de esos que dejan a todos sin aliento y con la boca abierta, pero no de miedo, abierta de admiración. Sentado en una esquina mirándome yo ya sabía que eras el rey. No te hacía falta que rugieras. No te hacía falta ninguna batalla. Un Mufasa, pero de verdad. Cuando querías poner un