Vos no vas a ser el héroe que todos van a ver sufrir por no haber alcanzado la gloria. A vos no te va a pasar como a Messi, que la gente le hace afiches en internet cagándosele de risa, pero también otras miles de personas le escriben esas historias increíbles, que casi siempre comienzan contando los sacrificios que tuvo que hacer desde que era un nene que se ponía la camiseta de Newell's hasta que llegó a ser el mejor futbolista del mundo; se le van a reír, lo van a criticar, pero Messi está protegido, y siempre va a tener cientos de miles de textos y videos extremadamente emotivos.
No te va a pasar como a Tévez, que ahora es querido y reclamado por el pueblo entero, porque juega en el equipo que salió campeón de casi todo, y con su aparente vuelta a Boca es el nuevo gran personaje de las historias fascinantes que se escriben con la pasión de un fanático conmovido frente a un monitor de computadora, con la convicción del escudero que salva de la muerte al caballero.
Y tampoco te va a pasar como a Mascherano, que está próximo a aparecer entre una de las definiciones de "luchador", "héroe", "argentino" y "huevo".
Nada de eso. Vos vas a ser el centro de las cargadas en un asado entre amigos, después de que hayan discutido largo rato sobre si Tévez era el indicado para entrar, si Banega tendría que haber no jugado, si Romero es un arquero para la selección, o si Messi desaparece en los partidos importantes y no siente la camiseta porque su alma está poseída por un espíritu catalán. Recién ahí venís vos; cuando se rían de tu penal errado; cuando te nombren como un chiste; cuando alguien intente defenderte y todos le salten a la yugular. Por un tiempo van a gritar "¡dale, Higuaín!" cuando quieran mufar a un jugador que esté por patear un penal. Y, cuando la charla intente ponerse un poquito más seria, van a apelar a aquél mano a mano contra Alemania, a que te cayó una pelota regalada del cielo y no supiste aprovecharla. Y van a seguir con la ocasión que tuviste ayer a los noventa minutos, cuando erraste ese gol servido, ese gol que cerraba ahí mismo el partido, la final, la Copa, la gloria. Algunos hasta van a nombrar que estás fuera de forma, y que directamente sos un chancho que no puede moverse y llegar a tiempo a las pelotas.
Los defensores no van a poder defenderte diciendo que los penales son suerte, que no son parte del fútbol, que Tévez también falló uno cuatro años atrás, que hasta Maradona falló uno en el noventa. No van a servir los argumentos de que Messi también desperdició un mano a mano contra Alemania, y ni qué decir de Palacio.
No. Vas a tener que soportar todo esto y mucho más. Nadie va a marchar con una bandera con tu nombre. Al contrario: tu apodo va a ser usado en títulos graciosísimos de notas e informes de periodistas deportivos y en grafs de noticieros.
Y no vas a poder explicarle a cada una de esas personas cómo es en realidad todo, porque eso no se explica. No van a entender nunca que vos ya estás en la historia. Pero no en esa historia que sacan a relucir todo el tiempo, que es la historia de los títulos obtenidos y de muy poco más; quedaste en la historia de todos los que pudimos disfrutar de cada segundo tuyo, siendo conscientes de que en ese mismo momento estábamos observando a un nueve de de verdad, esos que transpiran y se ensucian y se golpean y se levantan mil veces.
No vas a poder ser el héroe, porque para que haya un héroe también tiene haber de los que no figuran; también tiene que haber de los que sacrifican su propia aparición y su propio ego para que aparezca un Messi, un Tévez, o hasta un Mascherano, y que las lapiceras y los teclados escriban maravillas que arrancan lágrimas nacionalistas a sus lectores. Sin esos callados, no habría voces celestiales.
Pero vos ya lo sabés, no hace falta que nadie te lo diga, y mucho menos yo. Lo sabés mejor que nadie. Te van a decir "bancatelá", como si fuese algo merecido por haber hecho las cosas de una manera catastrófica, por haber llevado a la quiebra a un país, por haber matado a alguien. Y, sin embargo, vos te la bancás. Como cuando te la bancaste en el Real Madrid siendo injustamente suplente, o en el Nápoli, un equipo con aspiraciones deportivas que no son las que habían prometido al contratarte. Y te la bancaste siempre en la selección, siendo el que no figuraba en la foto de las estrellas máximas, a pesar de tener un promedio increíble de un gol cada dos partidos.
Un penal lo erra cualquiera, pero no cualquiera se anima a patear un penal. Por todo eso, y por muchas otras cosas más: bancatelá, Higuaín.
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