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¿qué pasa?




¿Qué pasaría si todo fuese una farsa, como esas en las que todo es de cartón y fantasía, con gente que camina a tu lado, te choca, te mira disimuladamente, quizás te sonríe, toda gente actuando ser gente, ser nadie, y el único que no está enterado de esto soy yo, solitario idiota que avanza baldosa a baldosa, pisando las grietas del asfalto viejo y también falso, esquivando autos de cotillón en una bicicleta desinflada, con frenos que apenas frenan, como si quisieran recordarme lo inútil que son mis manos cuando de chocar se trata, aunque jamás choque porque no está escrito en el guion de la comedia, y lo único escrito sea una sola palabra, la farsa, levantando bambalinas con forma de edificios importantes y sinceros, salpicando de realidad todo a mi alrededor con gotas de alquitrán, empujando personas para cruzarlas en mi camino, haciéndome responsable de eludirlas o llevármelas puestas cuando yo no tengo ninguna decisión, y lo único real, lo único escrito cuando se rasca con fuerza (mucha fuerza) la farsa, es el dolor, el dolor de esquivar, el dolor de chocar, el dolor de apretar con angustia los dientes esperando que toda la farsa alrededor sea verdad y sabiendo que es una farsa, el dolor de sonreír ante la mentira, el dolor de callar la voz para no gritar contra toda la farsa inmunda que atosiga, el dolor de sentir el alquitrán correr por la piel arrancando pelos y quemando rasguños, el dolor de quedar tirado en medio de la farsa, sin poder respirar, mientras la farsa sigue su farsa, mientras todos bailan y toman, mientras afuera, por entre los pequeños espacios de la música trucha, se escuchan los autos todavía pasar sin descanso, porque la farsa jamás descansa (ni siquiera en las noches cálidas y hermosas en las que parece que todo se sale de libreto), jamás afloja la soga que nos aprieta el cuello, que nos aprieta el pecho y no nos deja ser libres de andar, de llorar, de saltar, libres de amar, y qué pasaría si todo fuese de verdad?

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