Los perdones se te agolpan en el pecho,
y sólo la salida te sirve ya,
pero la salida no es opción.
Una certeza se te escapa,
y la servidumbre es obligación.
Quisieras ser esclavo,
pero esclavo ya sos,
y, sin embargo, dormís en tu lecho.
La mañana se da una vuelta
por tu vida a contrarreloj.
La cabeza entre susurros,
y los pies en su lugar.
Y aunque veas el partido,
no lo vas a ganar jamás.
Ser, estar y mendigar.
Ver, luchar y terminar.
Cien ideas se te escapan,
y no las querés agarrar.
Cien ideas se te escapan,
y no las tenés que agarrar.
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