Está todo raro,
como a punto de terminar.
Sin embargo, sin cesar,
los pájaros tienen hambre,
las venas respiran sangre,
y no piensan descansar.
Cabezas frías allá afuera,
y acá se entibian mercaderes.
Se abren y cierran pareceres,
pero jamás la lluvia es silenciosa.
Solo me hacen falta cinco notas
para romper estos grilletes.
Si veo una hoja, la agarro,
y le estampo un color vivo.
Aunque en la paz esté lo mío,
me imagino el agacharse,
y mis órganos piden darse
siempre que se escuche lo que miro.
Ya no sé qué nos dijeron,
si perdimos o ganamos.
Los papelitos no conocen el descanso:
cuatro veces se murieron,
cuatro veces los vivieron.
Solo la eternidad los hará pasto,
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