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mierda


Mierda. 
Todo alrededor está hecho mierda. 
Tecleo en la pantalla de este teléfono estas palabras, alzando de vez en cuando la mirada, y lo único que veo es pura mierda. 
Mi cabeza está quieta, anclada en un mundo que gira y gira. 
Todo gira sin parar, gira en todas direcciones.
¿Por qué mi cabeza no puede girar también?
¿Seré el único que ve la ruina, la destrucción de todo lo que antes funcionaba, lo que antes se mantenía en pie?
¿O será que todo me parece hecho mierda porque estoy equivocado, y lo que está destruido es lo que yo pienso que funciona?
Pueden ser mil cosas, pero sigo viendo pura mierda.
Ya nada podrá ser como antes.
Nada.
He llegado al punto de desear la sonrisa idiota, la anestesia efectiva frente al desastre.
¿Resignarse ante la destrucción, o asimilarla como lo que está bien?
Quiero patalear feliz en este mundo hecho mierda, levantar pedazos de paredes rotas y coches bombardeados y tirárselos a otros como bolas de nieve, llorar de risa encima de los cadáveres putrefactos.
Si todo lo que hay alrededor está hecho mierda, yo también quiero disfrutarlo.
Cierro los ojos.
Los aprieto con fuerza.
Siento algo distinto.
Algo aletea en mi piel, en mi pelo.
Mi corazón afloja su tensión.
Creo que estoy listo.
Sí.
Estoy listo.
Creo poder vivir en este mundo. 
Hasta siento esperanza: se me escapa una risita.
Abro los ojos, y...
Carajo.
Todo alrededor está hecho mierda.

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